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jueves, 29 de enero de 2015

ALONSO CRESPILLO: " SE BUSCA"

Alonso Crespillo, de cuerpo pequeño, blanco, rubio y de pocas barbas, como de 23 años, hijo de Cristóbal Rivera Matías, y de Marina Crespillo, vecinos de Pruna, en 1743, en la calle que dicen de la entrada de Ronda, el cual se vio envuelto en un problema con la justicia a causa de lo sucedido en el donadío de Vallehermoso.
Estando una cuadrilla de segadores trabajando en una faja de trigo en el donadío de Vallehermoso, en la villa de Olvera, en los sembrados de Joseph Rodríguez, guarda de dicho donadío, se produjo una pelea en la que intervinieron Diego de Porras, Arcadio Muñoz, Francisco y Joseph Sánchez, Diego de Dios, Sebastián Barroso Cascajo, Antonio y Pedro de Vera, Alonso Crespillo, Francisco Lorenzo, Jacinto y Francisco Navarro, Bartolomé Palacios, Antonio y Andrés Madrigal, y Pedro del Valle, el moro, vecinos todos de esta dicha villa por las heridas que dieron a Juan de Dios y Diego, su hijo.
El motivo fue el inicio de una porfía entre el hijo de Juan de Dios, Diego de Dios, y Alonso Crespillo junto con Joseph de Vera, que también estaba segando.
La discusión parece que surge sobre el modo de hacer una gavilla, y habiendo Diego acabado de hacer la suya, saltó de su tajo al otro  para cerrar una nueva y ponerla encima, y le dijo el expresado Alonso Crespillo que "para que ponía aquella porquería" y el dicho Diego de Dios respondiole "qué modo de hablar tenía", se fue hacia él y a ese tiempo cargaron todos sobre el citado Diego, con las hoces levantadas y el padre de éste, Juan de Dios, se encaminó desde el sitio donde estaba segando a donde estaban los otros para defenderlo, y el dicho Joseph Sánchez, le tiró con la hoz y le hizo la herida que se le ha reconocido en el dedo de la mano, y al mismo tiempo agarró Joseph de Vera  a Juan de Dios, diciéndole que se detuviera, y conforme lo tenía agarrado llegó el mencionado Alonso Crespillo y le sacó al dicho Vera el cuchillo que traía en la cinta y con él le tizó por detrás a Juan de Dios, y le hizo la herida que padece en el hombro, mientras, los demás segadores referidos estaban con su hijo y el padre, viéndose libre fue a defenderlo, y luego que lo vieron derramando porción de sangre echaron todos a correr, encaminándose hacia esta villa donde Juan de Dios vino  con el referido Diego de Dios quien asimismo viene algo herido.
El 4 de julio de 1743 las autoridades municipales buscaron a los culpables de tal delito. Alonso Crespillo huyó. Su madre, Marina Crespillo, declaró que desde el día 3 que salió a segar no ha sabido nada más de él, y que desconoce su paradero. Se dio la correspondiente orden para que se le prendiera y metiera en la cárcel pública de la villa.

lunes, 26 de enero de 2015

CONSEJOS, CURIOSIDADES... (5)

EL CATASTRO DE ENSENADA.

En mi búsqueda por hallar indicios de nuestro apellido encontré un día la posibilidad de buscar antepasados en una fuente poco utilizada para la genealogía, pero no menos interesante, se trata del famoso Catastro del Marqués de Ensenada. Lo primero que hice fue buscar en internet la información que había al respecto. En efecto lo encontré en la página del Portal de Archivos Españoles, o dicho de otro modo, en Pares, del que otro día hablaremos. Ahí encontraréis una información bastante completa. Pero, claro, la información no atendía a mis necesidades. En pares se encuentra una parte del catastro relacionado con las características de los pueblos de Castilla de mediados del siglo XVIII, concretamente desde 1750 a 1754. Se trataba de las llamadas Respuestas Generales. La forma en la que se hace tal descripción es a través de un interrogatorio de unas preguntas con las correspondientes respuestas, a través de las cuales conocemos las características económicas y sociales de esa población. Esta parte del Catastro no es más que una pequeña visión panorámica de otras averiguaciones de mayor envergadura que puso en marcha Fernando VI por Real Decreto el 10 de octubre de 1749.  A través del buscador de localidades podemos encontrar cualquier municipio castellano. Pero como decíamos arriba, no era el propósito de mi investigación, quería buscar los nombres y apellidos de personas o vecinos registrados en dicho catastro. Descubrí después de algunas indagaciones que en el Catastro se incluye el llamado Libro de lo Real donde aparecen los nombres y apellidos de los cabezas de familia con los nombres y extensiones de las propiedades de dichos vecinos. Efectivamente, se trata del Libro de lo Real o de lo Personal, y a su vez, divididos en los bienes de legos y seglares. Me informé en la localidad que centro mi investigación, Écija (Sevilla), y supe que en su archivo municipal se encuentran una decena de libros con relación de vecinos o cabezas de familias registrado en dicho Catastro. El pasado mes de julio, con mucho calor, eso sí, pude acceder a dichos libros, y cual fue mi sorpresa, allí estaba una de las personas que buscaba, y así lo reflejo en la siguiente lámina, fotografía de uno de sus registros.
 
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sábado, 24 de enero de 2015

CRESPILLO EN ANTEQUERA (2)

He encontrado un registro de una persona nacida en Antequera (Málaga) con nuestro apellido y que lo introduzco en esta sección por si alguien le pueda interesar. Los únicos datos son los siguientes:


Juan Crespillo y García, hijo de Bartolomé Crespillo, y Ana García, nacido en Antequera, en 1724, y bautizado el 17 de mayo de este mismo año (desconozco la parroquia). Fallecido en 1805. Contrajo matrimonio con María de Luna y Velasco, hija de Pedro de Luna y Peña, nacido en 1705,  y de Bernarda Velasco y Aguilera, en 1714,  nacida en Cuevas del Becerro, Málaga. De este matrimonio nació una hija, María Romualda Crespillo y Luna, en 1742 en Cuevas del Becerro.

domingo, 11 de enero de 2015

USO Y ORIGEN DE LOS APELLIDOS (1)

EL USO DE NUESTROS DOS APELLIDOS.-

 Todos los que nos dedicamos a la genealogía nos hemos enfrentado en más de una ocasión al tratamiento y uso de los apellidos. Si alguien cree que nuestro actual sistema de apellidos es el que normalmente ha existido en siglos pasados, puede caer en el anacronismo. Hay que olvidar para siglos en los que normalmente los genealogistas nos movemos, S. XVI en adelante, que una persona no tenía por qué apellidarse con el primero del padre, y el segundo de la madre. Eso ocurre desde el siglo XIX en adelante, y quizás también en el XVIII, pero antes fue muy diferente. En primer lugar habría que insistir en el hecho que las personas utilizaban los apellidos como nosotros ahora utilizamos los nombres de pila, es decir, un niño o una niña al nacer se le ponía los apellidos con toda libertad, no tenían por qué ponerle, obligatoriamente el de los padres, bien es cierto que existía una cierta tradición en la familia de poner unos apellidos que formaban parte del patrimonio onomástico de esa familia, es decir que ya lo utilizaron sus padres, abuelos, tíos, etc. tanto por línea paterna como materna. La familia utilizará, por tanto, para bautizar a los suyos, únicamente, salvo rarísimas excepciones, los nombres de este acervo onomástico familiar, imponiendo a sus hijos no solamente el nombre de sus antepasados sino también el patronímico que aquellos usaron.

El hombre del Siglo de Oro, sobre todo los hidalgos con pretensiones de herencia, escogerá a su gusto los apellidos que mejor le aseguren la apropiación de tales bienes, y no tendrá ningún reparo al ponerse el primer apellido de su bisabuela materna, y el segundo de su abuelo paterno, por poner un ejemplo. Instituciones medievales como los mayorazgos imponen el uso de determinados apellidos para mantener unido el patrimonio, normalmente en el varón de mayor edad. 
Esta costumbre de obligar al heredero del mayorazgo a usar el apellido del fundador se hace casi general durante el siglo XVI, y esa es la razón por la que en los siglos posteriores, hasta la supresión en el siglo XIX de los antiguos mayorazgos, los grandes personajes usen multitud de apellidos. No se trata de pura vanidad genealógica, ni de los apellidos de los abuelos del personaje puestos en desorden; se trata de una obligación legal impuesta al caballero si quiere disfrutar de las rentas del mayorazgo.

La Ley de Registro Civil de 17 de junio 1870 establecía (articulo 48) que todos los españoles seríamos inscritos con nuestro nombre y los apellidos de los padres y de los abuelos paternos y maternos. La inclusión en el nuevo Código Penal de dicho año del delito de uso de nombre supuesto vino a consagrar como únicos apellidos utilizables los inscritos en el Registro Civil. Esta fórmula se consagró jurídicamente con la nueva redacción de la Ley de Registro Civil de 8 de junio de 1957, que dio carta de naturaleza a esta costumbre únicamente española, pues ni siquiera en Hispanoamérica rige, de utilizar los dos apellidos, paterno y materno.
 
Quiero ilustrar lo expuesto arriba con algún ejemplo que clarifique lo que decíamos en referencia al uso totalmente libre de nuestros apellidos. En mi estudio del apellido Crespillo encontré en un archivo una breve genealogía de una persona llamada Benito Buenatierra, apellido este último bastante curioso. Este tal Benito contrae matrimonio en la primera mitad del S. XVI con una mujer llamada Juana Fernández Crespillo. Pues bien, dos de sus hijos varones se apellidaran de la siguiente forma: Juan de Osuna Crespillo, el primero, y Benito Ximenez Crespillo, el segundo. Como vemos, ambos conservan el apellido de su madre, Crespillo, pero, en cambio, añaden dos nuevos, uno, el de Osuna, y el otro, el de Ximénez. Este último, cuando se casa con Catalina García, y tiene un hijo varón fruto de este matrimonio, pone a su hijo el nombre y apellidos siguientes: Juan de Osuna Crespillo, es decir, el mismo que el de su tío paterno. Como podéis comprobar, todo un ejemplo del uso libre de los apellidos en la Edad Moderna.